16.5.10

Microrelatos envidiosos

Existe un único sentimiento que puede redimirme del dejar pasar, de la pereza, de la postración. Envidia; ese es el sentimiento. Y envidias no hay de las buenas, por más que queras bañarla, perfumarla, y sentarla ahí, tranquilita al lado del amigo que tiene la nena que a vos te falta, del que gana el doble que vos haciendo la mitad, del que logro las líneas que vos no. Envidia solo hay en una presentación así este bañada o sin bañar. Yo no me alegro por él. Nunca me he alegrado por él.

Así que si veo a un par de personas haciendo buenos microrelatos en un concurso para la revista eñe, abandono la cama, todo se me trastoca y debo intentarles unos al paso. Envidiosamente escribí estos 4 que envié a concursar:

GRAVEDAD Acongojado por todos los deberes con que tenía que cumplir ahora en la escuela, el árbol entendió que no tenía porque andarle tirando a la gente sus manzanas por la cabeza.

RELATIVIDAD Terminando la clase abrió su agenda y concluyo: De tener razón, Einstein puede haber estado equivocado, como puede que no.

RETO … y así logró finalizar con el había una vez.

AFINIDAD Convencido el músico de su lectura, decidió prescindir de ellos, con el sonido seco que genera el acero, cuando después de interrumpir ligamentos, carne y huesos, decide frenar en la madera. Con el único dedo que habitaba sus ahora desoladas manos, se acerco al piano e interpreto a una tecla la pieza que le había sugerido ese libro, que aun ahí, desparramado por el piso, llevaba sobre las tapas en letras grandes, y a un solo tono, la palabra minimalismo.

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