30.8.10

Cuentas literarias

Hace unos días, mientras recorría FILBO2010, soñaba que iba con un carrito de supermercado arrojándole libros a diestra y siniestra sin pensar lo más mínimo en los recursos con que iba a adquirirlos (económicos o tácticos: el hurto siempre ha sido una opción para un corazón más valiente) y si tendría o no tiempo para leerlos. Horas después pensé en casa, tras llegar con las manos vacías, que no estaría de más afrontar la realidad haciendo algunas cuentas. Esto podría también ayudarme a establecer prioridades. Así que arremetí:

1. Libros: Mi expectativa de vida no supera los 60 años (a los 60 creo ya estaré lo suficientemente adolorido y quejumbroso, como para decidir por cuenta propia apretar el botón de off), pero ya entre comidas y dormidas voy por 24, así que 60-24=36 años de vida. Como cada año tiene 365 días, entonces me quedan 36*365=13140 días de vida. Haciendo una estimación creo que no podre leer más de 20 páginas diarias, por lo cual en el resto de mi vida podre leer 13140*20=262800 páginas. En promedio podría asumir que los libros tienen 200 páginas, así que la cantidad de libros que podre leer en el resto de mi vida serán 13140/200=1314 libros. Incluyendo la variable indisciplina (bastante determínate en mi caso) podría (pensando en que habrán mas mundiales, conciertos, días de cerebro en off, etc) redondear de manera optimista la cifra en 1000 libros. ¡1000 libros serán todos los que podre leer en el resto de mi vida! (Ya tendré que pensar que puedo hacer con esa cifra).

2. Costos: El costo promedio de un libro es de 20 US, por lo cual esos 1000 libros que leeré saldrán por 20*1000=20.000US. (Excúseseme la interiorización capitalista que tengo, pero no puedo leer libros que no sean míos). No sé si sea un dato importante pero el ingreso promedio que genero mensualmente hasta el momento es de 0.00000 US. (20.000 US, como todo lo que tiene que ver con dinero, es una cifra frente a la cual es mejor no pensar que se puede hacer).

PDT: observando el estado de cuentas por año, corroboro que 1000libros/36años=27 libros por año. Este año vamos por 5. Entonces 27-5=22. Y 22*20=440. Así que solo me faltan 22 libros por leer este año y 440 dólares para conseguirlos. ¿¿¿Y AUN ALGUIEN SE ATREVE A LLAMARME PESIMISTA???

28.8.10

Ten cuidado muñeca, que te vendrás abajo

Conocí este tema por H. Era su cumpleaños. Como yo había cumplido un día antes y A cumpliría un día después, decidimos reunirnos en terna para huir conjuntamente de las tías, los abuelos, papas y mamas, amigos, y todo el ramaje humano que continúe en la listado, que se dedicaría a llenar de llamadas y mensajes, no siempre cómodos, los celulares y demás elementos digitales y analógicos donde consiguieran meter sus felicitaciones, recordándonos esa fecha, que igualmente en terna, no creíamos tan celebrable.

H nos recibía en su habitación (A decía que parecía un lugar de paso, aunque H llevara de paso más de 30 años allí). H servía vino, desempolvaba su música y la hacía sonar. H es “una fan enamorada” de Bob Dylan, aunque H sea hombre -no vayan a confundirse-. Yo ni era ni una fan enamorada ni sabia quien era Bob Dylan. Sabía que Fresan y Calamaro le hacían plegarias como a un dios, pero yo prefería rezarles a ellos que hablaban mi trivial español. Allí fue cuando H soltó el tema, y me acerco una deliciosa cartillita que tenía la letra y su traducción en páginas contiguas. Allí mismo Dylan comenzó a taladrarme la cabeza cuando decía aquello de “Ten cuidado muñeca, que te vendrás abajo”. El tema era Like a Rolling Stone: una oración al desamparo de quien antes pudo tenerlo todo.

Recordé a esas jóvenes y atractivas mujeres que huyen de cualquier halago y acercamiento como si no contemplaran que su belleza esta pronta a caer junto a ellas por un precipicio, en el cual, una vez abajo, no habrá allí nada que las ampare. Porque esa belleza (la que guarda su cuerpo y no la retorica insostenible) que zarandean a contrarreloj, es un arma de doble filo, que con el tiempo adquirirá un filo único sobre el que terminaran por caer: pasear la ausencia de esa misma belleza, y el hecho de saber que cuando existió la empleaban para espantar con indiferencia lo que terminaron deseando y ahora no llega. Las recordé y quise cantarles dulcemente “Ten cuidado muñeca, que te vendrás abajo”.

Aunque las recordé a ellas en ese momento, Like a Rolling Stone es un himno generalizado a todo lo que estando antes a nuestro alcance, nos grita ahora desde una distancia imposible “trata de alcanzarme”.

PDT: Capote hace un tiempo ya nos había hecho un favor resumiéndonos en una línea algo que debíamos entender: “Cuando dios te da un don, también te da un látigo, y este látigo es solo para auto flagelarte”.



LIKE A ROLLING STONE

Once upon a time you dressed so fine
You threw the bums a dime in your prime, didn't you?
People'd call, say, "Beware doll, you're bound to fall"
You thought they were all kiddin' you
You used to laugh about
Everybody that was hangin' out
Now you don't talk so loud
Now you don't seem so proud
About having to be scrounging for your next meal.


How does it feel
How does it feel
To be without a home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?


You've gone to the finest school all right, Miss Lonely
But you know you only used to get juiced in it
And nobody has ever taught you how to live on the street
And now you find out you're gonna have to get used to it
You said you'd never compromise
With the mystery tramp, but now you realize
He's not selling any alibis
As you stare into the vacuum of his eyes
And ask him do you want to make a deal?

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?

You never turned around to see the frowns on the jugglers and the clowns
When they all come down and did tricks for you
You never understood that it ain't no good
You shouldn't let other people get your kicks for you

You used to ride on the chrome horse with your diplomat
Who carried on his shoulder a Siamese cat
Ain't it hard when you discover that
He really wasn't where it's at
After he took from you everything he could steal.

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?



Princess on the steeple and all the pretty people
They're drinkin', thinkin' that they got it made
Exchanging all kinds of precious gifts and things
But you'd better lift your diamond ring, you'd better pawn it babe
You used to be so amused
At Napoleon in rags and the language that he used
Go to him now, he calls you, you can't refuse
When you got nothing, you got nothing to lose
You're invisible now, you got no secrets to conceal.


How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?


COMO UNA PIEDRA RODANTE

Hubo una vez en que vestias tan bien
Arrojabas una moneda de diez centavos a los vagabundos en la primavera de tu vida, no es asi?
La gente gritaba, decia "ten cuidado muñeca que te vendras abajo"

Pensabas que estaban tomándote el pelo
Solias reirte de
Todo bicho viviente
Ahora no hablas tan alto
Ahora no pareces tan orgullosa
cuando tienes que estar pidiendo para tu próxima comida.

¿Qué tal te sienta
Qué tal te sienta
Estar sin hogar
Como una completa desconocida
Como una piedra rodante?


Has ido a los mejores colegios, de acuerdo, Señorita Solitaria
Pero sabes que sólo querias sacar provecho de ello
Y nadie nunca te enseñó cómo vivir en la calle
Y ahora descubres que tendrás que acostumbrarte a hacerlo
Decias que nunca te comprometerías
Con el misterioso vagabundo, pero ahora te das cuenta
Que el no te vende ninguna excusa
Mientras miras el vacio de sus ojos
Y le preguntas ¿quieres hacer un trato?

¿Qué tal te sienta
Qué tal te sienta
Valerte por ti misma
Sin un hogar
Como una completa desconocida
Como una piedra rodante?

Nunca te preocupaste de mirar el ceño fruncido de malabaristas y payasos
cuando vinieron a hacer sus trucos para ti
Nunca comprendiste que eso no estaba bien
No debiste permitir que otras personas se preocuparan de entretenerte
Solias montar en tu caballo cromado con tu diplomático
Que llevaba sobre el hombro un gato siamés
¿No es duro descubrir que
No era el tipo que creías
Despues de robarte todo lo que pudo?

¿Qué tal te sienta
Qué tal te sienta
Valerte por ti misma
Sin un hogar
Como una completa desconocida
Como una piedra rodante?

La princesa en el campanario y toda la gente maravillosa
Están bebiendo, pensando que lo tienen todo asegurado
Intercambiando toda clase de regalos y cosas
Más te vale que te quites el anillo de diamantes y lo empeñes nena
Solías divertirte horrores
con el andrajoso Napoleón y el lenguaje que empleaba
Ve con él ahora, te llama, no te puedes negar
Cuando no tienes nada, nada tienes que perder
Eres invisible ahora, no tienes secretos que ocultar

¿Qué tal te sienta
Qué tal te sienta
Valerte por ti misma
Sin un hogar
Como una completa desconocida
Como una piedra rodante?

El pasado (2006)

Para exorcizar finalmente el “modo Pauls” (eso de que todo me suene a Pauls, me huela a Pauls y que no pueda existir otro tema en el mundo (que le hacemos, soy un tipo que no puede con eso que M llama el Multitasking, soy de cabeza monofónica, de los que deja de mascar chicle si tiene que caminar)), veo el film de Héctor Babenco basado en la novela El pasado.

Las adaptaciones siempre son complicadas, sobre todo si se han digerido ambos referentes: la novela y el film. De entrada, con las adaptaciones hay que tener algo claro: el film y la novela son dos cosas completamente distintas sin obligaciones entre sí (lo deseable es que una forma de arte sugiera otra, no que la emule). Pero esto que hay que tener claro, es evidentemente lo primero que omito. Trato de buscar las analogías, los recortes, las herramientas que Babenco emplea para rodar. Y allí lo injusto con Babenco: no puedo ver el film, no sé si ha hecho un buen o mal trabajo. No puedo ver otra cosa que fragmentos de la novela.

Quisiera haber visto el film sin conocer la novela, para así realmente haberlo visto. Quisiera que alguien lo viera (desembarazado de la novela) y me dijera que ocurre allí, y si es o no de aplaudir.


27.8.10

Creencias de niñez

Leo en elbolsodemarypopins:
Cuando era chica tenía miedo de comer huevos porque creía que me iban a nacer pollitos... Cuando era chica, bah tenía 17.
Con ello recuerdo que de chico (es decir hasta hoy) pensaba que si tomaba las semillas de varias frutas, las metía en una licuadora, y las sembraba después, podía generar frutas y arboles marcianos. Hasta que llego algún ilustrado agrónomo y dijo no se qué cosas de los genes, o cromosomas, o no sé qué, y me hizo perder toda la credibilidad que le entregaba biología. Si la biología no tenía sentido del humor y no permitía que mis mutaciones crecieran, al diablo con ella.

26.8.10

Desvaríos y FILBO2010

Digamos que soy un irresponsable y que me gasto el dinero que no me gano en artículos que quien se lo gana y me lo entrega, no lo permitiría. Para no perder mi identidad repetí el gesto tan solo una semana atrás. Debía estar en B para trámites burocráticos como siempre (tengo literalmente problemas de identidad: en ninguno de mis documentos concuerdan mis nombres, lugares de nacimiento y ahora padres (si, nací en un país que hoy no existe, donde el que ahora existe nombra sus ciudades y ciudadanos distinto, y aunque mis padres son los que son, sus identificaciones no corresponden a los registros con que las hicieron)), pero las fechas de estos tramites coincidían con la feria internacional del libro en Bogotá FILBO2010.

Así que gaste (no he encontrado tesis filosófica, sociológica, psicoanalítica que le haga comprender a mis padres que invertí) el dinero de algunos trámites en la entrada a la FILBO2010 y en 4 libros. Juro que eran urgentes, que ese ron también era urgente y que este medio litro de helado también lo es.

Sé que debería trabajar. Pero en ninguna de las de las 341345 entrevistas que he presentado, quien las hace se ha percatado de que soy un genio y me ha pedido de rodillas que quieren tenerme junto a ellos por no menos de 1000US para empezar (recuerdo que Cantinflas en alguna de sus películas les pedía personalmente el nombre a quienes no lo trataban como un personaje ilustre, para que el día en que llegara a ser famoso, tuviera bien clara la lista de enemigos a vengar: he pensado en hacer lo mismo).

1. Me encantan los libros para niños, lo cual no equivale a que me interese la literatura infantil. No me interesa si se le cae la casa a unos cerditos, si a la gente no le quedan bien los zapatos y tiene que regresar a casa a media noche, o si hay lobos que quieran dedicarse a posar de abuela. Lo que me interesa son esos libros que al abrirse despliegan figuras inmensas que salen de ellos, figuras que se pueden halar al antojo. Me encantan esos juguetes retractiles, y en FILBO encontré varios con los que delire.

2. Existen títulos acertados. No recuerdo quien decía de quien, que su mayor virtud era escribir los títulos de su libros, y que su peor defecto era escribir lo restante. No sé si este sea un ejemplo por el contenido (que nunca hojee, ni ojee), pero sí lo son estos sus títulos (y colores deliciosos) encontrados en FILBO2010.
3. Alguna vez enliste los placeres y trate de ver cuáles de ellos podía generarlos simultáneamente. Este hombre en FILBO2010 me recordó una de las conclusiones a las que llegue esa noche.
4. FILBO podría fácilmente consistir únicamente en la colección completa de Anagrama y nadie tendría nada que lamentar (Mama si queres denunciar a alguien, podes anotar el nombre de Herralde: ese editor es la causa de mis desvaríos económicos). Estar en su stand me hizo recordar que o bien debería ser millonario, o bien deberé preparar un hurto con granada en sus instalaciones para hacerme por lo menos de 200 de sus textos.
PDT: a continuación el plato y traje oficial de FILBO2010. El plato se denomina Tamal con pan rollito. Quizá el delicatesen mas exclusivo que pueda conseguirse en las panaderías de Bogotá. Y el traje consiste, en que le recomiendo a usted que nunca se olvide de llevar su pijama si se dirige a una ciudad fría, porque en el mejor de los casos su amiga no podría ofrecerle algo más acorde que esto. Buenas noches y muchas gracias!


El Presente, metros atrás


Acerca de El pasado,
de Alan Pauls

Volvemos siempre sobre las cosas, una y mil veces, con los mismos gestos, las mismas palabras, los mismos afectos, que el tiempo ha ido entrenando subterráneamente, oculto bajo esa intemperie de la conciencia en la que creemos que todo sobre nosotros mismos puede saberse, que a todo tenemos acceso, que conocemos cada uno de los motivos por los cuales actuamos como actuamos, cada uno de los motivos por los que suceden las cosas.

Creemos que estamos decidiendo aquí y ahora, que algo nuevo está ocurriendo, que hay alternativas para actuar frente a cada cosa, que el presente es una elaboración inmediata quizá matizada mínimamente por algo que existió antes. Pero no hay matices, no hay aquí y ahora, no somos nada más que pasado; reproducciones continuas de esas primeras formas que se fueron grabando sin que ni siquiera supiéramos que se estaban instalando allí, adentro nuestro, muy adentro, tan adentro que con el tiempo van cayendo cada vez más a un fondo donde nadie puede bajar a observarlas, un fondo en el cual quien decide bajar, encuentra primero la oscuridad que el entendimiento. Y el amor, la forma más dura del pasado, no escapa a ello.

Así llega Alan Pauls a su tercera novela, El pasado, novela que lo llevo a hacerse del premio Herralde de narrativa en 2003. El pasado es un libro con forma de embudo en el que cualquier cosa que cae va a parar a esa primera relación entre Sofía y Rímini.

Sobrevolemos: Sofía y Rímini fueron pareja durante 13 años, fueron el obelisco de la sostenibilidad y la monogamia, fueron el prototipo de amor más vendido y aplaudido entre sus amigos, y un día dejaron de serlo todo y al tiempo. Desde ese mismo día Rímini trato de aterrizar en un territorio donde pudiera sentir que todo estaría superado (ese territorio del que se habla con tanta normalidad y donde nadie ha podido poner el primer pie), intentando omitir mensajes que Sofía hacia llegar intermitentemente desde la distancia con su herramienta más dulce: unas cartas llenas de paréntesis (paréntesis, esos pequeños espacios que reproducen mundos paralelos, informaciones complementarias que pueden resultar no complementarias sino indispensables) que buscaban que aunque Rímini no estuviera con ella, siempre estuviera allí.

Sofía sabe que la única manera posible de acercarse es estando en la distancia; la presencia continua extingue la posibilidad de que surja algo que compartirse. Entonces Sofía se retira para poder, estando lejos, narrar otros mundos a Rímini. Sabe que sus mensajes, que la escritura, es una forma mayor de la cercanía, es la presencia más allá del espacio. Sofía sabe que la única manera posible para acercarse a un punto, es no estando en él.

Mientras tanto, Rímini que huye de los paréntesis de Sofía, se va encontrando los suyos propios: aparecen y desaparecen, Vera, Carmen y Nancy, como una conclusión de que estar con cualquiera de las tres es estar con una forma inexacta de Sofía, o más aun, de estar sin ella. Rímini no puede dejar de pensar en Sofía, no porque la ame a ella directamente sino porque esa primera relación actúo como un idioma, como algo que rotulo las cosas, les dio nombre y las cargo de significado, e hizo que todo lo que fuera posterior se conociera en esos mismos términos.

Así acurre. Cuando llegamos a esas segundas y terceras relaciones, cuando se cree que el tiempo ha pasado y con ello las personas, volvemos a llamar las cosas por el mismo nombre, volvemos a encontrar cifrados los objetos, los lugares, los gestos, y así las personas que creemos que se han ido, no se han ido; se han quedado determinándolo todo.

Y nadie sabe cuál es ese primer momento, la hora cero en que las relaciones empiezan a invadirlo todo: cuando volteamos a mirar, las fotografías, los muebles, los lugares, todo ya está plagado; todo lo contiene ese lenguaje que es superior a la persona con que se ha adquirido y que perdura mas allá de ella, ese lenguaje que no es otra cosa sino el amor. Y este lenguaje, aunque venga de mucho antes no va evolucionando hacia formas más inteligentes que permitan esquivar la desdicha: el amor es una práctica en que la experiencia no tiene utilidad, un foso en que ni un gato caería de pie.

Aunque la hora cero este fatalmente perdida, salimos con impaciencia a tratar de dar con ella. Queremos que ese amorfo e incomprensible pasado, tome alguna forma en la que nos permita descansar la razón de este presente. Entonces, hurgándolo elegimos (fabricamos) momentos que nos permitan sustentar nuestra teoría: “este de aquí fue un día feliz, este un día triste, y este el más triste de mi vida”. Todo es la reelaboración (o elaboración sin mas) de un recuerdo, un pasado esculpido según nuestras capacidades.

Sofía y Rímini continúan estando mucho más cerca por compartir ese lenguaje frente a la desgracia, que por amarse a continuidad. Lo que consideramos esa primera distancia, esa ruptura, no lo es. El pasado dura mucho, el pasado tiene más presente y futuro que ninguna otra cosa.

El pasado pudo ser una novela de 300 páginas si en ella solo existirán Sofía y Rímini, y no sus paréntesis. Aunque quizá Pauls haya utilizado las 600 páginas como una metáfora más de su contenido: el hecho de que en las largas relaciones, no podamos percibir cuando El pasado, alternando momentos de tedio y enamoramiento, comenzó a cargar de símbolos este presente que ha estado muchos metros atrás de ese sitio donde siempre ponemos los ojos y vamos a buscarlo.

25.8.10

Tecnología y Porno 3D

Cuando estaba preguntándome si los avances tecnológicos realmente tendrían una utilidad práctica en mi vida, arribo este video que me lo aclaro todo. Gracias ingeniería!!!

23.8.10

Masculino

X: Vení, pero no entiendo; cual es entonces el masculino de la palabra ninfómana?
Y: Hombre…

Cupido

Aunque trato de sobrevivir flotando entre un colapso de información por postear, encuentro algo que sí debo transcribir de inmediato; el nombre de este grupo de Facebook que no puede ser más acertado:
VENI CUPIDO.. VAMOS A HABLAR DE TU PUTA PUNTERIA ¬¬

17.8.10

Cosas que no me gustan, 10

Las personas, animales, o cosas, que emplean diminutivos para referirse a otras personas, animales o cosas.

Los diminutivos son la forma más transparente de determinar quien desea fastidiar al mundo. Usualmente quienes los usan, los usan en ráfaga; ráfaga que desearía direccionar hacia ellos.

16.8.10

Propósitos

Reposteo un fragmento de la última entrada del blog de Busqued, en la que atina en un 110% mis propósitos:

...no quiero hacer nada. quiero que se muera alguien rico y me deje todo su dinero. quiero irme a dilapidar plata que no me pertenece, y pasar un par de años fumando opio en no sé, ponele recife, por decir algo. eso hasta que me canse. entonces una tarde, ni siquiera me muero: los átomos que me componen repentinamente rompen enlace y me desintegro, desaparezco, aquí no ha pasado nada.

...el único dealer que conozco es un irresponsable: no me contesta ni mails ni llamadas telefónicas.

Culinaria, ninfómanas y muchachos

  1. S tiene cerca de 60 años, 2 matrimonios disueltos y 130 kilos en sus masculinos 1,55mts de estatura. Tras lidiar con varios especímenes de mujeres, el fin de semana pasado me hizo llegar la siguiente conclusión:
    - ¡Con los muchachos es mejor! Mirá, llevan las bolsas del mercado, si se te pincha la llanta del carro te pueden ayudar, y lo mejor de todo es que a la hora de tirar o se le para a él, o se te para a vos.
  2. X: No crees que deberían estudiar a las ninfómanas?
    Y: mmm, la verdad, creo que deberían clonarlas.
  3. Detesto cocinar. J es mi antítesis culinaria y gasta tiempos inauditos preparando exquisiteces que yo me encargo de desaparecer. Cuando le pregunto porque lo hace, J me dice:
    - Mirá (señala con su cuchillo una guerra de verduras y carnes), cualquiera de estas cosas puede llegar a convertirse en un glóbulo rojo o en una neurona, no crees entonces que es algo serio?

Alan Pauls en Página/12

Llego a otra entrevista en la que el propio Pauls habla sobre El pasado. Fue concedida para el suplemento El radar del diario Página/12 ( entrevista por Ariel Shettini) y dice así:

Parece que toda la novela fuera una exploración del “universo sentimental masculino”. Casi nada de lo que les ocurre a los personajes queda fuera de sus vínculos afectivos, amorosos o eróticos. ¿Qué es exactamente lo que le importa de ese mundo?

–Parafraseando a un dirigente soviético ya caído en desgracia: fuera del amor, nada; dentro del amor, todo. Lo que me importa del amor es precisamente eso: su condición de mundo. En la novela, el amor no es exactamente un sentimiento; es un hábitat, un ecosistema, una atmósfera. Es incluso una cultura, y por lo tanto pone en juego voluntades, valores, creencias y políticas que sólo persiguen un objetivo: reproducir el amor, que –como todo el mundo sabe– es la droga legal más promovida del planeta. No veo a los personajes de El pasado como gente que se ama sino como peces que nadan y boquean y luchan por no ahogarse en el amor. Por otra parte, el amor es un mundo radicalmente experimental, que somete a sus víctimas a toda clase de pruebas, ejercicios insensatos y transformaciones. ¡Y todo eso a cambio de nada! Porque el amor nunca rinde: es gasto puro. Y tiene una ventaja que para la literatura es muy útil: es el camino más corto hacia la ficción. Mejor dicho: el amor es ficción, y como toda ficción instala a sus personajes en una posición doble, siempre paradójica: los enamorados están ciegos, y al mismo tiempo no dudan de que poseen el secreto del mundo. Ese fuera de sincro entre el estado en el que están y la creencia que enarbolan –la alienación amorosa– es el responsable de que la experiencia amorosa, aun en susformas más trágicas, sea siempre una comedia. Me gusta pensar El pasado como una comedia romántica macabra.

Los nombres de sus personajes siempre parecen ser muy determinantes en sus novelas. En los nombres reverberan lugares, personajes, y personajes de “otra parte”. ¿Qué tan importante son los nombres para un novelista? ¿Y para usted?

–Los nombres son siempre un problema. O no los nombres sino el acto de nombrar, que carga con una tradición de gravedad insoportable. Se puede tener a un personaje perfectamente imaginado y definido, pero hasta que no se lo nombra, siempre parece flotar en un limbo provisorio que amenaza todo el tiempo con disolverlo. En ese sentido, nombrar a un personaje es librarlo de una amenaza oscura. Y, a la vez, apenas nombrado, entre el personaje y su nombre empiezan a aparecer toda clase de fricciones, ruidos, disonancias, y ahora es el nombre mismo el que se pone a amenazar: amenaza con ser demasiado vago, o demasiado chistoso, o demasiado alusivo, o demasiado neutro, o demasiado exótico... Yo creo haber pasado por casi todas las variantes: el narrador sin nombre y las mujeres con nombres vagamente eróticos (El pudor del pornógrafo); los nombres centroeuropeos y las iniciales desnudas (El coloquio); los nombres “de fantasía”, graciosos como gags (El caso Berciani); los nombres verdaderos (Wasabi)... Alguien me comentó hace poco qué extraño sonaba el nombre del protagonista de El pasado, Rímini. Y si suena extraño es tal vez porque no es un nombre sino un apellido. No lo elegí con esa idea –lo elegí porque los apellidos siempre me parecen menos significativos que los nombres–, pero me gusta ese vértigo ínfimo que se produce cuando un apellido es leído como un nombre o viceversa. Tal vez propiciar sutilmente esa clase de malentendidos sea la única manera de conjurar el problema de los nombres.

Cuando uno supone que la novela podría sacarnos a la aventura, sus novelas son siempre interiorizaciones, obsesiones y exploraciones de la sentimentalidad. El detalle y el hecho trivial juegan un papel importante en El pasado.

–¡Pero yo no quiero sacarlos! ¡Yo quiero meterlos! Mi novela es una visita guiada por el pasado –por un pasado, claro, que no ha terminado todavía de pasar, y que probablemente no pase nunca–, y esa travesía pasa por toda clase de fases: por momentos es un tren fantasma con paredes de cartapesta, por momentos un show porno, por momentos una escena fúnebre, por momentos una comedia de situaciones... Ésa es la única “aventura” que me interesa contar. Por otra parte, si hay algo que la novela contemporánea y la experiencia amorosa impugnan es justamente la distinción entre “sacar” y “meter”, o entre “exterior” e “interior”. Me interesaba que en El pasado un sobresalto cardíaco, la detección de una posible señal de traición o un déjà-vu sentimental fueran peripecias tan intensas, dramáticas y extenuantes como un crimen, una persecución o el asalto de un banco. En cuanto a los detalles... los detalles son todo. Por alguna razón, los detalles de los cuadros siempre me gustan más que los cuadros completos. Me interesan los lunares, las cicatrices, las pequeñas manchas, todas las marcas que singularizan un conjunto, que lo representan y que también lo hacen zozobrar o lo arruinan. Hay muchos de esos zooms en El pasado.

Esos mundos interiores, que parecen ocuparlo mucho, también tienen el efecto de una intemporalidad narrativa, por la que parece que uno leyera algo escrito en cualquier “tiempo”. ¿Qué le importa, si algo, del presente cuando escribe novelas?

–No me reconozco demasiado en la palabra “intemporalidad”. Prefiero hablar, en el caso de El pasado, de una especie de hipertemporalidad. La pasión de Rímini y Sofía no transcurre en un no-tiempo ni en un tiempo indeterminado sino en un tiempo absolutamente exasperado, saturado, centrifugado, un tiempo en el que no paran de aparecer pliegues, fisuras,agujeros negros, contigüidades bizarras, etcétera. Se podría decir que todas las aventuras sentimentales que narra El pasado son también, básicamente, aventuras del tiempo, en la medida en que el tiempo y la memoria son dos de las fuerzas que más trabajan la experiencia amorosa, problematizando –entre otras cosas– la idea misma de “presente”. En El pasado hay una escena en la que Rímini experimenta una de esas intensidades sublimes que a veces depara el amor –un fenómeno, digamos, de “puro presente”– y, al mismo tiempo que la experimenta, la ve y la piensa y la reconoce como un hito excepcional, una especie de trofeo, de modo que mientras la experimenta ya está atesorándola, es decir: archivándola en el pasado.
Esos deslices son lo que más me interesa del presente: todos esos puntos en los que el presente disiente consigo mismo y se vuelve otro, o se deja interferir, o se vuelve impuro, o comunica bruscamente con otra dimensión temporal. Mi novela se llama El pasado, pero si hay algo que sus personajes nunca pueden decir sin exponerse al ridículo es: “Esto ya pasó”. Creo que todas las certidumbres que asociamos con la idea de “presente” corren el mismo riesgo. El único presente verdaderamente importante para una novela es el que su autor nunca tiene presente cuando la escribe: el presente de la lectura, que hace de la novela y su lector dos contemporáneos.

¿Por qué en sus novelas siempre aparecen personajes artísticos y biografías de artistas para “hacer avanzar” las acciones (en este caso el personaje de Riltse, que viene del pasado a “hablarles” a los protagonistas)?

–Riltse es un pintor, un artista maldito que termina su carrera cultivando una forma particularmente dolorosa de body art: se enferma a propósito, se extirpa las partes afectadas de su cuerpo y las presenta como obras de arte. Es como Orlan, pero menos narcisista y bastante más vulgar, y tiene unos toques de autoexperimentador un poco cronenbergianos. Y es o fue el ídolo de juventud de Rímini y Sofía, que solían pegar fanáticas reproducciones de sus cuadros –cuando eran más convencionales– en las tapas de las carpetas del colegio. Más que hacerla avanzar, me da la impresión de que el personaje de Riltse desvía la acción, la extravía o en todo caso la duplica: porque su frenesí de autodegradación corporal es una especie de réplica, a escala orgánica, del calvario pasional de Rímini y Sofía. Y al mismo tiempo Riltse me permite investigar un poco otro fenómeno que me interesa mucho, el de las idolatrías artísticas que pertenecen a nuestro pasado y quedan de algún modo soldadas al contexto en el que nacieron. ¿Por qué odiamos tanto a los artistas que nos hechizaron cuando éramos jóvenes e inexpertos? ¿Por qué los gustos no sobreviven a los cambios de contexto?

Otro dato que me parece constante en sus novelas es que el amor siempre se parece demasiado a una enfermedad o, en todo caso, a un caso patológico. ¿En qué medida relaciona este amor con el Barthes de Fragmentos..., uno de cuyos cursos, por otro lado, acaba de prologar?

–Tiendo a usar las excepciones para establecer las normas, así que me cuesta pensar en amores que no tengan la estructura o la forma de enfermedades, o en enfermedades que no tengan la estructura o la forma de amores. Si los celos son la maqueta del amor, no veo cómo el amor podría librarse de la patología o, al menos, de cierta compulsión a multiplicar enloquecidamente los síntomas y los efectos.
Proust lo sabía bien: la enfermedad y el amor son máquinas de producir signos y sentidos. De ahí los verdaderos delirios de interpretación en los que acostumbran chapotear los enfermos y los enamorados. Tal vez ahí, en esa condición “semiótica” de la experiencia amorosa, haya una relación con el Barthes de Fragmentos de un discurso amoroso. Pero si lo que escribo tiende a alimentarse siempre de amores defectuosos o demenciales, es porque esos “casos” son los que ponen en duda a cada segundo las certidumbres en las que solemos descansar y nos obligan a preguntarnos: “Pero, ¿qué es esto? ¿Es amor o terror?”.

Además de un novelista reconocido, sus trabajos críticos (sobre Mansilla, Arlt o Borges) no dejan de citarse. ¿Cómo se relaciona un crítico con su propia novela?

-Con la misma sorpresa, la misma distancia y también la misma irritada incredulidad con que me relaciono con mi propia voz cuando la escucho en un grabador. “No es mi voz”, pienso, y al mismo tiempo no puedo evitar sentirme levemente disminuido, como si me hubieran robado algo muy personal.

Papelillos, El Pasado (Alan Pauls)

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13.8.10

El final es algo que dura mucho

Continuando en “modo Pauls” anexo una entrevista escrita hecha por Andrea Stefanoni y Damián Lapunzina, en la que Pauls habla de El Pasado. (Quizá la fotografía sea un motivo más fuerte para algunas lectoras -y no lectoras- que los propios textos, para interesarse por Pauls.)

Dice así la entrada encontrada aquí:

Somos una obra de arte

Empezó a escribir a los trece años imitando a Ray Bradbury, con historias que sucedían en Marte o en Júpiter, entrelazadas con temas familiares. Años más tarde descubrió a Cortázar, "fue como una especie de virus muy importante", recuerda Pauls. "La primera vez que sentí vértigo al leer fue con el cuento 'Las babas del diablo'. También, 'En la colonia penitenciaria', de Kafka, "es uno de los cuentos que más veces leí, creo que lo llevo tatuado en la cabeza, en el cerebro".

Alan Pauls nació en Buenos Aires en 1959. Es periodista, crítico de cine y guionista. Sus novelas: El pudor del pornógrafo, El coloquio, Wasabi y El pasado, ganadora del premio Herralde 2003, una novela de 550 páginas que le llevó casi cinco años escribirla. Es una historia de amor: Rímini y Sofía se separan después de trece años. "El final de una relación amorosa es algo que dura mucho, si es que hay un final".

El escritor chileno Roberto Bolaño lo definió así: "Es usted uno de los mejores escritores latinoamericanos vivos y somos muy pocos los que disfrutamos con ello y nos damos cuenta". A pesar de que nunca llegaron a verse personalmente, Bolaño parecía tener como una especie de obsesión hacia el escritor argentino y hasta llegó a dedicarle un capítulo de su último libro, El gaucho insufrible. "El hecho de que no nos hubiéramos conocido personalmente ayudó mucho, es como que no había interferencias, fue una especie de relación muy pura, como la de los escritores en el siglo XIX, que uno vivía en Nueva Delhi y el otro vivía en Nueva York y se mandaban cartas y obras. No había personas".

Pero las palabras del escritor chileno quedaron atrás, porque ya no somos tan pocos los que nos damos cuenta y podemos disfrutarlo.

¿El Pasado de Alan Pauls, tiene algo que ver con el pasado de Alan Pauls?

- Sí, tal vez hay un poco más de autobiografía deliberada de mi parte en este libro que en los otros, incluso quizás hay una decisión más explícita, por lo menos para mí, no necesariamente para el lector, que no tiene la menor idea de eso. Lo autobiográfico solamente me interesa en la medida en que ese material que parece propio se vuelva completamente ajeno y me permita tratarlo como si fuera la vida de otro. Quiero decir que no encuentro ninguna relación expresiva entre lo que yo soy y lo que escribo, a lo sumo lo que yo soy, o lo que puedo haber sido, o lo que me puede haber pasado en mi vida es un material como cualquier otro, está sometido a las mismas desfiguraciones, a las mismas elaboraciones y a la misma malversación a las que someto materiales que encuentro en otras literaturas o materiales que forman parte de la vida de otras personas, en ese sentido no tiene ningún privilegio la autobiografía, y de hecho en Wasabi, la novela anterior, que para mí es el momento en el que empiezo a trabajar más decididamente con mi material personal, mi vida personal, poniendo incluso nombres propios reales en la novela, lo que para mí es el punto más alto, más obsceno al que puede llegar un relato autobiográfico, ya ahí había una cierta concepción del material autobiográfico como un material que solamente una vez que era considerado ajeno, podía ser susceptible de ser trabajado literariamente.

¿Qué les debés a las mujeres de tu vida?

- Probablemente les debo casi todo. Siempre me intrigó de una manera casi sobrenatural el modo en que las mujeres piensan el mundo, viven el mundo, miran el mundo... Y en un punto las considero como marcianas, son como lo otro absoluto, en relación conmigo, con los hombres... y siempre fueron para mí como un objeto de análisis, de curiosidad. Cuando mi mujer quedó embarazada y me enteré que iba a tener una hija dije: ¡esta es la mía!, ¡voy a ver cómo se forman!(lo dice frotándose las manos). Uno ve siempre a las mujeres ya formadas, incluso cuando tenés cuatro años y te las encontrás en el jardín de infantes o en la plaza, ya las ves formadas, no sabés muy bien cómo llegaron ahí. Así que cuando me dijeron que sería una nena pensé que iba a estar muy cerca del secreto, de ver cómo se forma el secreto. Y por supuesto, las mujeres son tan geniales que ni siquiera un bebé te muestra el secreto. Te lo muestra, y cuando vos querés agarrarlo, te lo quita. Después empiezan a crecer, y la narrativa del crecimiento es tan genial que ya te olvidás de que lo que querés es el secreto, lo único que querés es ser atontado, narcotizado. O sea que todo eso fue fallido , pero creo que a mi pobre hija también la estoy convirtiendo desde hace rato en un objeto de análisis. Me parece que les debo casi todo porque son la diferencia, y asomarme a esa diferencia para mí es una experiencia genial. Nunca en la vida me aburrí con una mujer, puedo haber odiado a mujeres, me pueden haber maltratado, puedo haber sufrido, pero nunca tuve una experiencia de tedio con una mujer. Puede sonar como abusivo lo que digo, como que las uso, pero creo que las relaciones entre los hombres y las mujeres son un poco así. Las protagonistas de mis novelas son mujeres, siempre hay como falsos hombres que protagonizan. Así que me siento deudor, sobre todo de ese interés que me inspiran, de esa curiosidad.

Alguna vez pensaste que nunca ibas a terminar tu novela y que la gente, en lugar de comprar el libro, pagaría para verte escribir. ¿Qué sentiste entonces, el día que escribiste los últimos renglones de El Pasado?

- Sentí un cierto alivio. Pero lo que pasa es que cuando uno termina un libro, el terminar no es un momento puntual, sino que uno va terminando, terminar es un largo momento en la escritura de un libro. Entonces probablemente todas las emociones que uno tendría que experimentar en el momento en que pone el punto final, ya las ha estado experimentando a medida que fue escribiendo ese final. El final es algo que dura mucho, (que es un poco el tema de la novela... ), el final de una relación amorosa es algo que dura mucho, si es que hay un final, si es que hay una terminación de algo. Entonces estaba un poco expectante en relación con el final de la novela, con el momento en que terminara de escribirla, porque además era una novela muy larga, muy larga para mí sobre todo, que había escrito siempre cosas cortas, entonces esperaba ese momento algo así como el momento Misery, en que el tipo compra su botella de champagne preferida y sus habanos preferidos... pero no pasó nada de eso porque yo no tengo ninguno de esos rituales para terminar los libros, así que fue muy decepcionante en un sentido, yo pensaba que iba a ser medio apoteótico, pero se terminó y se terminó. Lo primero que pensé cuando la terminé fue: ¿mañana qué voy a hacer? ¿cómo va a ser la vida mañana? Porque fueron casi cinco años los que tardé en escribirla, entonces más que el texto en sí, lo que me preocupaba era qué iba a ser de mi vida, mi economía temporal, mi economía vital, a qué me iba a dedicar las cuatro o cinco horas que yo dedicaba todas las mañanas a escribir la novela.

De todas maneras inmediatamente surgen cosas que hay que hacer con la novela, releerla, corregirla, etc... Y más con una novela larga que además nunca había releído, no era que antes de seguir escribiendo releía lo que había escrito, es una novela prácticamente escrita sin relectura, sin saber lo que ya había escrito, recordándolo más o menos vagamente, pero cuando estaba escribiendo la página cuatrocientos cincuenta, cada vez que pensaba que existía una página siete, decía: ¡Dios mío, lo que debe ser eso!, porque a lo largo de esos cinco años envejecí, entonces probablemente el tipo que escribió la página siete sin duda no era el mismo que el que escribía la cuatrocientos cincuenta, entonces pensaba que tal vez la novela parecía escrita por muchas personas y que iba a tener que revisarla, y cepillarla, o darle como un tono uniforme. Después por supuesto me di cuenta que no, que hay una especie de fuerza que atraviesa toda la novela que le da al mismo tiempo su unidad o su consistencia, o cierta homogeneidad aún cuando es una novela donde hay muchos registros, muchas lenguas diferentes.

Hay un texto de Deleuze, Porcelana y volcán, donde comienza citando a Fitzgerald: "Toda vida es un proceso de demolición", ¿tiene algo que ver con El pasado?

- Sí, sí. Es una frase con la que tengo una especie de emblema, de divisa negativa. Soy muy sensible a los momentos en que las vidas se empiezan a derrumbar. Soy muy sensible a ese crujido que solamente uno siente y que señala que algo se desmorona, que en Deleuze es muy difícil de ceñir porque no se trata exactamente de una enfermedad, no se trata exactamente de un trauma, ni de una experiencia desgraciada. Lo que hay es como una especie de exceso de vida, lo que hace que las vidas se derrumben es siempre como un exceso. Lo que hace que la gente se vuelque al alcohol, o a la autodestrucción, es algo así como que uno tiene demasiados pulmones y eso hay que quemarlo de alguna manera. Y sí, El pasado creo que tiene algo de eso y no sé si es exactamente el exceso de vida lo que hace que la vida de estos personajes se derrumbe, pero lo que hay, creo, es una especie de exceso de belleza, un exceso estético. Para mí el momento crack up de la novela es cuando ella, antes de dormir, en un estado de hiper lucidez ya medio sonámbulo, lo mira y le dice: "somos una obra de arte". Creo que ése es el momento en el que todo cruje, ése es el crujido de la novela, de hecho, en la página siguiente ya están separados. Es el punto en que ya es imposible vivir, esa vida es imposible, porque ellos son como obras de arte, se pueden mirar, se pueden contemplar mutuamente, se pueden reverenciar, pero no pueden vivir así.

¿Te molestan las críticas? ¿Te molestó cuando Ignacio Echeverría, del diario El país de España, dijo que tu novela tenía algo así como un exceso de grasa?

- No, no. Me pareció un poco vulgar la asociación literatura-lípidos, creo que Echeverría podría haber encontrado una metáfora un poco más feliz, o más sutil, o más sofisticada. Pero no me molestó, porque además esa crítica particularmente me resultó muy interesante, porque ponía muy en evidencia el grado de perturbación, de discusión interna en el que la novela lo había puesto a ese crítico. Como si el tipo no hubiera podido evitar escribir su experiencia de lectura. Me pareció interesante que la novela lo forzara a plantear tan escandalosamente esa especie de desorientación en la que está, entre considerar a la novela genial, y considerarla una porquería llena de grasa. Me parece que cuando las críticas son un síntoma, no sólo de los libros a los que critican, sino del estado en el que está el crítico que los lee, me parece que como efecto de un libro es genial. Y me gusta mucho cuando los libros -sean míos o de cualquiera- producen reacciones encontradas. Me gusta mucho más eso que la unanimidad.

En realidad lo que más me molestó con lo de Echeverría -algo con lo que él no tiene nada que ver- es el hecho de que un medio como Ñ (el suplemento de Clarín), en lugar de darle el libro a leer y criticar a un crítico argentino, a un colaborador de Ñ, levantara la crítica de Echeverría, entonces ahí dije: bueno, ¿qué horror, no? Un suplemento cultural como Ñ, que además nace bajo la invocación de la resistencia cultural...

Eso para mi fue escandaloso, en realidad, no me escandaliza porque sé que es Ñ, y sé que es Clarín, pero me pareció que era como muy bajo, que podían haber demolido la novela si querían, pero ¿por qué no le pagan a un tipo de acá 200 o 300 pesos, o la miseria que les pagan para que lo hiciera?, si querían hacer mierda la novela debe haber millones de personas acá que no les gustó y que la harían mierda con gusto, ¿por qué no se la dan a ellos, no?, es un libro argentino, de un autor argentino, editado en Argentina, además. Creo que hay un problema de política cultural que a mí me parece siniestro, pero bueno, eso no tiene nada que ver con la crítica de Echeverría.

Creo que en general el libro fue muy bien tratado, tuvo buenas críticas y a veces en exceso, incluso me parece que tuvo lectura, lo cual es más difícil, porque la crítica es una necesidad del medio, no puede no haber crítica, pero lecturas es más difícil.

¿Sentís tranquilidad al tener a Herralde como editor?

- Siento que estoy en muy buenas manos. Herralde lee lo que publica, entiende lo que publica, lo entiende él personalmente y por lo tanto puede gestionar la vida pública de ese libro con mucha más inteligencia, con mucha más sutileza, con mucha más sensibilidad que esos editores que no tienen la más puta idea de qué es lo que publican, porque cada colección tiene tres directores y están ahí abajo... y nunca los ves porque están siempre ocupados en el banco...

Entonces me parece que lo que Herralde hace con los libros realmente es genial. El pasado es un libro muy difícil en un sentido y creo que la vida afortunada que tuvo, en parte, tiene que ver con quien lo editó, que pone la plata para el premio, sabe qué hay adentro, sabe qué hay en esas páginas, entonces sabe cómo hacer para que ese libro ocupe un lugar en el mundo -el que tiene que ocupar, ni más ni menos- y lo logra. Eso es genial. Eso es realmente ser un editor, leer lo que publica, saber lo que publica y vender lo que publica, no otra cosa para engañar, pero ya cuando engañaste y se dan cuenta, vendiste 50.000 ejemplares. A él no le interesa eso, no es que descrea del marketing, no es un anacrónico, entiende que el libro tiene que venderse y que tiene que tener una imagen en el mundo, simplemente la diferencia es que lee, entonces ajusta la imagen del libro con lo que el libro es. Y eso es algo muy raro de encontrar en los editores, encontrar un editor que lea ya es raro...

Por ahí, hace cincuenta años eso pasaba con Losada, o con Sudamericana. Eso es terrible para los argentinos, que alguna vez Argentina fue así, y ahora es una catástrofe, sobre todo las grandes compañías, porque hay editoriales pequeñas que están muy bien.

Sos un hombre que trabaja con las palabras, si tuvieras que elegir una, la primera que te venga a la cabeza, ¿cuál sería?

- Es que nunca me viene nada a al cabeza... (Risas). Vademécum. Son los cuadernillos donde los médicos tienen anotados los remedios. Lo que quiere decir es: va conmigo, va-demecum.

Parecería que estás constantemente usando palabras relacionadas a la medicina o a ciertas enfermedades...

- Sí, me interesan mucho la enfermedad y la medicina. Me interesan mucho, mucho, mucho, casi tanto como las mujeres y el amor. Además soy bastante hipocondríaco, entonces tengo mucho material todo el tiempo para reflexionar, y me interesa la homeopatía como disciplina.

¿Te atendés con un homeópata?

- Sí, hace muchos años. Empecé a informarme, empecé a entender... No veo a un médico alópata desde hace mucho, salvo que sea algún especialista por cuestiones muy puntuales. Hace mucho que estoy como flotando en esa disciplina, me parece que la homeopatía tiene que ver con un cierto pensamiento artístico, se plantea el problema de la singularidad, te hacen todo tipo de preguntas, va como construyendo una especie de personaje que justamente tiene en cuenta las singularidades, en cambio, la alopatía trata de borrar todo el tiempo el problema de la singularidad y tratan de meterte en géneros y te someten a un tratamiento homogéneo. Los homeópatas son como locos, ellos escuchan lo que vos tenés de singular, por ejemplo, hay gente que se desmaya cuando le cortan el pelo, eso es lo que el homeópata escucha, el alópata jamás le va a dar importancia a eso, o le hacen un electro encefalograma porque quizás tiene un problema neurológico...

Todo eso que define de una manera rarísima, extravagante, a una persona, para el homeópata es tan importante como para el alópata el análisis de sangre, o el nivel de glucemia... y me parece que eso tiene mucho que ver con la imaginación artística.

Confesión:

-Trabajé en una librería cuando era muy joven, en una librería chiquita que estaba al lado del Gran Rex. Trabajé seis meses ahí. Nunca me robé tantos libros en mi vida.

Cuando le preguntaron a Bolaño si se había arrepentido de algún libro que robó contestó: "no, porque los estudiaba muy bien antes de robarlos".

Claro, en la librería es perfecto. Yo me iba al depósito los sábados, que, como era día de cines, cerraba como a la una de la mañana, pero entre once y una no había nadie, porque estaba todo el mundo en el cine, entonces ahí bajaba al depósito donde estaban todos los libros que ninguno de los vendedores de la librería sabían que existían -porque nadie bajaba al depósito-, y empezaba a mirar, me quedaba una hora leyendo y mirando y ahí hacía el casting y después me los llevaba....

¿Podemos ponerlo eso?

Sí, sí, porque de hecho, mi patrón en ningún momento lo supo... Además, ya prescribió la causa...
(Risas) Claro, sí, sí, ponelo...

¿Qué sentís cuando, siendo elogiado por escritores como Piglia o Bolaño, otros consideran que sos un escritor para mujeres en la playa?

No me siento para nada interpelado por eso. Lo veo como una cosa totalmente exterior, exterior a mí, exterior a lo que escribo. No me preocupa particularmente que el libro les guste a las mujeres en la playa, no veo por qué a las mujeres en la playa no tendrían por qué no gustarles novelas buenas. Además, la mujer en la playa no me parece una categoría peyorativa... (risas). Lo que es novedoso para mí es que esta novela haya tenido una circulación más transversal que mis libros anteriores, que efectivamente eran libros más de gheto, o de comunidades, yo antes podía decir cómo era el lector de mis libros, ahora no lo sé, realmente no lo sé. Me ha pasado de estar en el recital de Massive Attack, en el Club Ciudad y que un tipo pase con dos latas de Speed, totalmente dado vuelta y me diga: "loco, mató El pasado!" (Pauls hace los gestos imitando al pibe dado vuelta), eso nunca me había pasado antes.

¿Y eso te gusta?

- Sí!, me parece genial. Yo jamás hubiera pensado que un libro como El pasado podía gustarle, o podía robarle a un pibe así, que tiene esos intereses, ese mundo, cuantas horas de su tiempo para leer una novela romántica, tortuosa, torturada, llena de detalles, analítica, insoportable... pero me parece que justamente ese fenómeno inesperado es lo más interesante. Si me encuentro con mis amigos, o con la gente de la facultad y me dicen: "leí tu novela", me parece más esperable, así como yo leo lo que ellos escriben y me intereso por lo que ellos hacen.
Lo que más me interesa es que después de nueve meses de publicado el libro está ahí, tiene como una especie de presencia. Herralde decía en España que la novela era como un clásico, como esas novelas que ya nacen como en una colección de clásicos y la verdad es que puede ser que haya algo de eso. Ahora la novela debe tener una salida como homeopática, algo así como veinte por mes... pero que eso se mantenga me parece genial.

En modo Pauls

Concluyo en la mañana con las 600 páginas de El Pasado (novela de Alan Pauls ganadora del Premio Herralde en 2003). Como cualquiera de las veces anteriores, el término de la lectura me deja puestos unos lentes que me hacen creer que el mundo es un jeroglífico escrito en el lenguaje del propio autor de esas últimas páginas (mi dios cambia de un mes a otro), y que todo tiene que ver con ello. Así que quedo en modo Pauls y salgo a web-ear topándome con estos enlaces que me tienen aquí dando vueltas.

1. Sobre El Pasado:
- Asumir los premios como atajos. Como una posibilidad de que los libros lleguen más rápido y a más lectores; lo que no quiere decir que no puedan ser un atajo al cesto de la basura, si son un fiasco.
-
El libro se lee cuando nadie habla del libro como un libro. El Pasado hizo que se hablara del amor, de sus posibilidades, de sus formas; no de “El Pasado”.
2. Pauls general:
- La conversación como escenario amoroso para aquel que tiene la palabra como fetiche: para el escritor.
- El amor como enfermedad: las relaciones no se vuelven enfermizas, lo son.
-
El olvido es una máquina de esculpir: el olvido no desaparece, el olvido le pone sombra a algunas cosas solo para que aparezcan a la luz otras.
3. Sobre la escritura:
- Aunque la relación de satisfacción (que también es de conflicto) se da con la escritura, se necesitan esos otros objetos impuros y vulgares que generan distancia y redimen el gusto real.
- La experiencia más crítica de ser escritor es distraerse de lo que se quiere hacer. El momento ínfimo que se encuentra para escribir siempre se quiere dedicar a otra cosa. No es que después no se escriba la novela que se debe escribir, pero la experiencia de la distracción caracteriza la escritura.
- La necesidad de las pequeñas cárceles para la escritura, demandas parciales, las entregas con fechas obligadas, hacen más ágil el mundo literario.
4. Sobre la impostura:
-La escritura permite ser un impostor. Hacer cualquier cosa con cualquier cosa. Someter a quien quiera. Eso solo lo podes hacer ocupando un lugar que no es el tuyo (lugar que generalmente carece de capacidades para todo).
5. Sobre su nueva trilogía:
- Hay temas a los que hay que entrarles por la puerta de atrás, por la puerta de servicio. Contar los 70’s argentinos mediante el pelo.
6. Fragmento de Historia del Pelo:
7. Sobre el proceso de escritura (recomendadísimo para escritores, e intentos):
- La última página de los libros parece tener el mismo comportamiento que el trago del borracho: siempre se necesita uno más para llegar al último.
- Existe un momento cuando uno siente que ya puede surfear. Cuando uno ya trabajo como un burro. Cuando no se trata de fabricar la ola sino de seguirla. Se trata de afinar (concepto que traído de la música cae tan bien en este caso). Es cuando se está del otro lado de lo que está escribiendo.
- Hay momentos en los que no surgen las cosas y trato de embestir como una bestia una puerta que se que estará cerrada (por lo pronto) . No hay peor sensación que la de saber que se hace el ridículo cuando no hay público.

9.8.10

Insolaciones

3 días consecutivos frente a este sensual y enfermizo (siempre los amores tan dispares!) aparato en que escribo me llevaron a un intenso dolor de espalda. Pensando en la natación como una opción acertada para mitigarlo, me zambullí hoy en aguas universitarias. Resultado: distensión del 10% de mi espalda e insolación 110% de mi cuerpo. Trato ahora de sobrevivir a ese calor continuo que persiste por horas.

Moraleja: Siempre la solución de un inconveniente llevara a otro, así que no hay que perder de vista que conservar el primero puede llegar a ser un buen partido.

Como te hago entender

Empleo el coro de esta canción (únicamente el coro, y nada más que el coro; lo restante puede pasarse por alto o bailarse según sea el caso) de manera tan continua como los creyentes sus salmos. Es que quizá con la melodía a la gente se le quede más grabado. Eso dice Comooooo te’agooo entendeeeeeeer, como te’agoentendeeeee eeeee eeeeeeeerr!!!!

Ser lo que nadie espera

Mientras operaba como un vigilante vacacional en agosto de 2009 en la casa de R (el salario consistía en tener una nevera y una biblioteca, ambas llenas a disposición por una semana) descubrí éste trabajo de Pedro Aznar en el que hace homenaje a la música de Brasil. Estos dos temas me enloquecieron, y hoy los recuerdo porque M menciono un precioso nombre: Alcira.


PDT: Quereres contiene todo lo que podría decirse sobre sí: ser lo que nadie espera, ni aun uno mismo.


Quereres
Composição: Caetano Veloso


Donde quieres revólver soy madero
y donde quieres dinero soy pasión
Donde quieres descanso soy deseo
y si soy sólo deseo dices no
Donde no quieres nada, nada falta
y donde vuelas bien alta, soy alud
Donde pisas el suelo mi alma salta
y gana libertad en la amplitud

Donde quieres familia soy zarpado
y donde quieres romántico, burgués
Donde quieres La Boca soy Belgrano
y donde quieres eunuco, calentón
Donde quieres el sí y el no, tal vez
y donde ves no vislumbro yo razón
donde quieres un lobo, hermano soy
y si quieres cowboy, soy taiwanés

Ah! bruta flor del querer
Ah! bruta flor, bruta flor...

Donde quieres el acto soy espíritu
y si quieres ternura soy ciclón
donde quieres lo libre, decasílabo
y si buscas un ángel, soy mujer
Donde quieres placer soy el dolor
y donde quieres tortura, curación
donde quieres hogar, revolución
y si quieres policía, soy ladrón

Yo quería quererte, amar tu amor,
construirnos dulcísima prisión
y encontrar la más justa adecuación
todo métrica y rima y no dolor
Mas la vida es real y aquí tenés
la celada que nuestro amor me armó
Yo te quiero (y no quieres) como soy
No te quiero (y no quieres) tal cual es

Ah! bruta flor del querer
Ah! bruta flor, bruta flor...

Donde quieres comicio yo soy vicio
y donde quieres romance, rock'n'roll
Donde quieres la luna soy el sol,
donde pura natura, insecticidio
Y donde quieres misterio soy la luz
donde quieres un canto, el mundo entero
donde quieres cuaresma soy febrero
y donde quieres santero, soy obús

Tu querer y tu estar deseando, al fin,
lo que en mí es de mí tan desigual
me hace quererte bien, quererte mal,
bien a ti, mal a tu querer así
infinitivamente personal
Y queriendo quererte yo sin fin
aprender al quererte, así, el total
del querer que hay y del que no hay en mí.

8.8.10

Tias

Conclusión fundamental de MSN: ninguna mujer en el mundo puede llamarse Martha sin ser tía. Ese nombre se diseño casi exclusivamente para ello, para ser tía. Es el oráculo.

Comics para ñoños

Todos los que estudiamos Ciencias, padecemos de problemas similares, y hay quienes lograron hacer humor con ellos. De hoy en adelante repostearé algunos de los trabajos que PhDcomics va lanzando al aire. Aunque la mayoría de problemas parezcan tener únicamente que ver con las tesis y la ciencia, realmente ocurren con todo: la indisciplina y la confusión es generalizada.




Quino al desayuno

La televisión de la mañana es increíble (tan distinta a la de las tardes, y días festivos). Dentro del random de 70 canales que ejerzo aceleradamente con el control remoto mientras frío y consumo los huevos de la mañana, siempre doy con algo inolvidable. Hoy a la altura del segundo pan di con este programa en que entrevistan a Quino, ese sujeto que nos mostro que la política y la vida en general no tiene otro espacio más amplio que la mente de una nena que siempre ha detestado las verduras, y que el humor, es una de las manifestaciones más altas de la inteligencia.

PDT: el programa hace parte de una serie de documentales que el gobierno argentino ha impulsado con el nombre de Encuentro. Hay varios inolvidables allí. Ojala se den el paso.

7.8.10

Puntería metafórica

Leyendo algún post por allí relacionado con una novela de Mairal encontré lo que viene a ser la exactitud de la descripción de una herramienta literaria:
Puntería metafórica

5.8.10

Air Doll (2009)


- Has oído hablar de un insecto llamado efímera?... Ese insecto muere un día o dos después de dar a luz. Tiene el cuerpo vacio, no tiene ni estomago ni intestinos. En su interior solamente tiene huevos. Es una criatura solo nacida para dar a luz. Los seres humanos no somos muy diferentes. Nada tiene sentido.
- Yo también estoy vacía.
- Que coincidencia, a mi me pasa lo mismo, estoy vacio.
- Cree que habrá más como nosotros?
- Hoy en día todo el mundo está vacio.
- Todo el mundo?
- Si, sobre todo las personas que viven en ciudades como esta.


Es este el único dialogo que sobrevivió tras ver Air Doll, cinta del japones Hirokazu Koreeda. En ella existe una muñeca inflable que cobra vida, y que experimenta, como aquel quien la compro, la ausencia y la soledad de su condición.

Además de la extraña belleza de su protagonista (tengo una fijación por la tranquilidad de la belleza asiática) y de la delicada banda sonora que corrió a cargo de World's End Girlfriend, no existió otro motivo para recordar.