31.7.13

Poe y los Vincent


El padre de Van Gogh, quien nunca leyó los cuentos de Poe, entregó el mismo nombre, Vincent, para dos de sus hijos unidos por un extraño lazo: uno de ellos nacía exactamente un año después del momento en que el otro naciera muerto.  

Ahora, no se que habría escrito Poe de haber tenido la posibilidad de conocer la decisión el padre de los Vincent. 

22.7.13

En búsqueda del carpintero Larz


La primera vez que Kafka hace que Josef K en El proceso, camine un domingo en búsqueda del lugar en que debe ser juzgado, le entrega únicamente las coordenadas del edificio al que debe dirigirse, pero nunca le menciona cual de todas las infinitas puertas de ese edificio tocar. K, quien no quiere preguntar directamente a ningún inquilino por el espacio donde debe existir una comisión investigadora, pues está harto de que se involucren mas personas en todo éste absurdo, inventa en ese instante un personaje cualquiera, un carpintero de nombre Larz por el que va a preguntar al momento en que cada inquilino abra su puerta, mientras él espía por los resquicios que le dejen libres tratando de encontrar por su cuenta un lugar con características acordes a un juicio. 

Después de golpear un número de puertas que casi agotan su paciencia, golpea una en la que al momento de preguntar por el carpintero Larz, una mujer lo hace seguir. Tras esa misma puerta Kafka ubica entre un alboroto de hombres con actitudes extrañas y desordenes mayores, la comisión frente a la Josef K debía comparecer. 

Hay puertas que creo haber tocado preguntando por el carpintero Lanz. 

21.7.13

Bajame la cortina

Porque es lindo cuando todos ponemos un granito de arena y nos ayudamos a bajar el telón (no te me emociones que el telón es una cortina vieja, rota y empolvada) : "Y si quieres suicidarte yo podría dispararte".

20.7.13

Dia de tres franjitas


A la señora que me vendió las empanadas. A los personajes que manejaron cualquier tipo de transporte y me hicieron sonar mil temas que ahora son respuesta, o pregunta o algo. Al que se escribió y se trompetió la melodía. A los profes que generaron amores y desamores. Al tipo que asfalto esa carretera y al que que la diseño. Al que dijo por primera vez, ¿y ahora que hijueputas hacemos?. A la gente que anda metida en este trópico y que le genera a uno todos los dolores de cuello y los calorcitos de pecho. A la gente que me pego algún gancho en la espalda y me colgó de este país. 5 pesitos menos de ser unos hijueputas con lo fundamental, 5 pesitos mas de decir, vení que por lo menos lo mío lo hago en serio aquí y lo pongo. De independencias uno no sabe, pero de un piquito en la frente y de decir, vení que la hacemos un toquesito mas linda si. Cariño y garrote pa los embutidos de angel y bestia que somos este país.

9.7.13

La vida como collage


Acerca de La soledad del lector,
de David Markson


Hace mucho tiempo esperaba un libro de este tipo. Esperaba que alguien revelara las imágenes del detrás de cámaras, en el que a lo artistas les ocurre lo que a cualquiera: hijos legítimos, hijos ilegítimos, suicidas, parejas que se quisieron, parejas que no, infidelidades, sufrimiento real, sufrimiento simulado, llantos, amantes existentes, amantes inexistentes, pasiones que han alumbrado caminos, hipersexualidades, asexualidadades, métodos, hogueras, horcas, cuchillas, colores, quiebras, mecenas, enfermedades, impotencias, duelos, acusaciones, perdones, tráficos, definiciones, preguntas, notas, hábitos, desfallecimientos, lugares, obsesiones, falsificaciones. Cualquiera de esas cosas que ocurren al pie de la existencia.

Eso fue lo primero que disfruté y en lo que creía que podía consistir, tras una primera ojeada panorámica, La soledad del lector: un collage de datos puntuales de esas vidas personales de escritores, pintores, artistas, que David Markson recopilaba a través de un ojo de pez en 254 exquisitas páginas, y que aunque no puede asegurarse que sean ciertos (quien podría alguna vez saber la verdad de una historia), sí son los que históricamente hemos conocido y aceptado.

Como era de esperarse, cuando empecé a pasar las páginas con detalle, me di cuenta que esa primera impresión había errado, o cuanto menos no tenía en cuenta una dimensión aún mas amplia de lo que la literatura de Markson contemplaba: una nueva forma narrativa en la cual pareciera que se capturaran estados instantáneos de lo que pasa por la cabeza de algún personaje, y concretamente en La soledad del lector, lo que pasa por la cabeza de alguien, que como el propio Markson alguna vez lo comentó, se queda solitariamente encerrado en una habitación nadando entre las que fueron, y son sus lecturas.

Gradualmente, mientras se van revelando esas historias que aparecen como instantes interiores en la mente del lector, aparecen destellos de alguien quien desde fuera puede observar al lector como personaje, y quien también intercala en el mismo texto lo que percibe de él. Cámaras externas e internas sobre un lector que van construyendo una historia fragmentada del él mismo, la única historia que en cualquier caso puede contarse, pues la propia vida está hecha así, a trozos, y que cuando se es lector, esos trozos resultan ser inevitablemente un mapa de lecturas y personajes.

Así, la potencialidad de Markson no consiste en hacer un listado infinito de hechos sino en convertir este tipo de pequeñas citas históricas en una forma narrativa que permite dibujar lo que ocurre cuando se cierra la puerta de la habitación y se pasan así los días. Lo que hace Markson es retratar lo que pasa allí dentro, retratar la soledad del lector.

Papelillos, La soledad del lector (David Markson)