Contaba Fellini que en una época de su vida en la que ya había empezado a sumergirse en la vejez, hacia el siguiente ejercicio: se encerraba en una habitación sin ventilación por horas, luego salía muy presurosamente de ella cerrando a su paso la puerta, y volvía a abrirla dos o tres minutos después asomando únicamente la nariz para percatarse si allí adentro olía a viejo.
Quizá sea este el medidor con ingeniería más fina que haya podido inventarse para tales fines.
Quizá sea este el medidor con ingeniería más fina que haya podido inventarse para tales fines.
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