3.10.10

Blog portatil por Vila-Matas

Termine hace unos días con Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila-Matas (lo cual quiere decir únicamente que comencé con un delirio por mi actual “modo portátil”). Revolviendo la web con miras a la próxima reseña encontré en la pagina del propio Vila-Matas (recomendadísima por cierto: Vila-Matas es un genio de la escritura y del merchadising; sabe muy bien como vender su imagen de escritor) un blog dedicado únicamente a la historia de la manera en que se fue armando este título; un detrás de cámaras literario del cual rescato:

9. Un problema de los blogs literarios: Al buscar una cierta espontaneidad, corrigen poco cuando corregir –elaborar tras haber producido previamente el documento espontáneo- suele ser esencial para la escritura de un texto literario.
“No escribo. Corrijo”, decía Augusto Monterroso.
Quisiera corregir, reelaborar el fragmento 8. Pero no lo suprimas. Deja que este fragmento 9, aún volviendo sobre las mismas cuestiones y diciendo cosas muy parecidas –también él con el mal de la espontaneidad, todo sea dicho-, lo corrija.
Me he ido de vacaciones y he vuelto. No ha llovido un solo día en la casa del Eterno Retorno. Al volver, observo que permanece en mí esa tendencia a enredarse en el camino de la que hablaba Sterne en su Tristram Shandy.
Tengo que advertirte que estoy enmarañado y que esa parece mi única realidad. Una vez más, percibo que no es fácil volver a un libro del pasado.
Me gustaría que te preguntaras esto: ¿Qué hombre podría soportar volver a pensar, como testigo, todo lo que pensó a lo largo de su vida? Sería sin duda insoportable. Nuestra vida, en cambio, lo es menos, tal vez porque es más espontánea. Quizás porque es tan espontánea, la reescribimos. Para corregirla.
Recuerdo que Paul Valéry, en los Cahiers, decía más o menos que nuestra historia, nuestra vida, hace de nosotros tal persona, y eso es un insulto. Qué hay más ridículo que alguien, se preguntaba Valéry. Resulta escasamente estimulante volver sobre el pasado remoto, créeme, y ya no digamos sobre lo escrito en los días ya casi olvidados. Me gusta mirar siempre adelante, hacia los nuevos horizontes. Pero el horizonte tal vez también esté en aprender a examinar en profundidad lo que pensaba en los días juveniles en los que escribí ese libro o gran fiesta de shandys. Examinar en profundidad, he dicho. Pero te diré la verdad. En esos días pensaba tan sólo banalidades como ésta: Valery es formidable.
Pensaba cosas así. Lo que, por otro lado, prueba que no fue nada aleatoria, como se ve, la referencia a Valéry, el epígrafe procedente de Monsieur Teste que abría el libro:
“El infinito, querido, es bien poca cosa; es una cuestión de escritura. El universo sólo existe sobre el papel”.
Pongamos ahora una fotografía de uno de los Cahiers de Valéry.
No. Esa ya fue la imagen del fragmento anterior. Pongamos los zapatos de Monsieur Teste.
Valéry es formidable. Sí.
Podría añadir algo más a este formidable y demostrar que ya no estoy en el punto perdido en el que me movía cuando era joven. Pero saber más –en este caso, haber leído precisamente al propio Valéry cuando decía que estaba claro que aumentar y profundizar un pensamiento se opone a la vida- me impide ahora precisamente decir más.
Ciertas contradicciones necesitan zapatos. Para ir despacio a corregirlas. O para salir corriendo de ellas.


21. La realidad del mundo es no narrativa y en África esto se convierte en una evidencia colosal. El tono lento de la luz en las sombras de los árboles es de una dulzura inútil, inenarrable. Entiendo que he llegado hasta Port Actif para poder contarte algo desde el centro mismo de lo inenarrable. Como no hay nada que contar, pues ni el caos de África se puede relatar (salvo que uno haga lo que antiguamente llamaban “literatura de vanguardia” que es lo que a mi manera intento hacer), te mando este fragmentario paisaje portactifeño para que lo incluyas en nuestra página en construcción. Es un fragmento que en el fondo explica mejor el misterio de Port Actif que una vista completa de la ciudad. Y es que se trata de un fragmento que no dice nada o, mejor dicho, dice la nada, dice que lo sabemos todo, pero que nada puede explicarse. Creo que esta vista parcial y carente de todo sentido le habría encantado al nervioso Jacques Rigaut, que, como sabes, aquí en Port Actif comenzó a sentir de forma imperiosa la llamada del suicidio, y finalmente se perdió, estuvo ilocalizable durante dos años, hasta reaparecer de golpe: muerto en un hotel siciliano. Sé que aún hay gente que peregrina a una habitación del Grand Hotel et de Palmes, su última dirección estable. En ese hotel de Palermo se mató Rigaut de un disparo al corazón. Encima de su mesita de noche, en un intento vano de explicarlo todo, dejó una nota en la que, como si deseara resistirse a mostrar el absoluto misterio de las cosas, trató de explicar el mundo de forma narrativa, a través de cuatro simples tarifas:

Electrocución 200 fr.
Revólver 100 fr.
Veneno 90 fr.
Ahorcamiento (suicidio para pobres) 5 fr.

No hay comentarios:

Publicar un comentario