
Como siempre mis cálculos, eficientes e impecables en el papel, fueron a dar experimentalmente apenas unos kilómetros más allá, en el blanco del equipo que estaba a nuestra izquierda. (Recuerdo, hace unos años, el cálculo y diseño de las perforaciones para las persianas de mi habitación que constaban de planos impecables, hasta que tuve que tomar el taladro, y cuando lo encendí, el orificio fue a parar varios centímetros más allá y tenía un diámetro donde entraban fácilmente 34 tornillos (nada que el periódico del domingo y un destornillador no pudieran solucionar; hoy mis persianas cuelgan de lo lindo y guardan tras sus marcos el secreto de que la teoría nunca ha ajustado muy bien en este mundo material).
Por fortuna L ajusto el segundo disparo con mayor precisión y quedamos activos para la siguiente ronda. (Nuestros resultados emularon nuestro rendimiento en la época en que presentábamos pruebas universitarias: siempre nanométricamente por encima de los resultados que nos permiten sobrevivir, y con algo de truco falso). Ya veremos si este próximo viernes el modelo y la realidad se ponen de acuerdo.
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