29.4.10
Elefante sobre un palillo
28.4.10
27.4.10
Amarga infancia
Amarga infancia
De niño, mi padre me obligaba todas las mañanas a sostener las patas de los caballos, mientras él martillaba los clavos en sus cascos. Cuando los caballos se meaban, sus orines me salpicaban la cara, y en el piso hervía la espuma caliente que lavaba mis pies descalzos, y el orín corría serpentiforme por el medio del patio donde mis hermanas hacían cola frente a la abuela que repartía la comida sentada alrededor de las ollas como una baterista de jazz.
-Por favor no me sirva la cerveza en vaso: prefiero tomarla a pico de botella.
Orlando Cajamarca
Director del Teatro: Esquina Latina.
Cali - Colombia
Otra vez el chasquido de las botas
Leo Confabulación, un semanario que publica autores, generalmente, que no podría descubrir por otro medio (latinoamericanos y colombianos ante todo). De cuando en cuando confabula y me incrusta cosas en los ojos. Hoy no puedo dejar pasar por alto esta esquirlita.
(Jorge Eliécer Pardo, Ibagué, 1973. Cuento incluido en el libro «Menaces. Anthologie de la nouvelle noire et policiere latino-americaine». Compilador: Olver Gilberto De León.)
Otra vez el chasquido de las botas
Para Germán Vargas Cantillo
Por la ventana penetraron los disparos, Unos disparos secos, seguidos; él lo entendió cuando con lentitud, casi en puntillas, con la mirada seria detrás de los anteojos fue hasta le ventana; contó una vez, dos veces, hasta comprobar que eran catorce los hombres que subían por el camino resbaloso; se acercó un poco más y pudo percibir el chasquido de las botas entre el barro mojado y flojo. Ya estaban de espaldas cuando volvió a contarlos con el mismo temor, con el sueño ido desde hacía muchas noches; les vio el uniforme el escudo del gobierno, las municiones en las bandoleras cruzadas, el pelo recortado y ese sonido que se metía por los oídos martirizándole el cerebro como una herida que va desangrando la existencia, ese hundir y sacar seguido de las botas negras, las botas pesadas, las botas que producían una música de mal agüero y que continuaban su camino sin que nadie las detuviera; no deseó comprobar de nuevo cuántos eran cuando las manos de su mujer tocaron sus hombros; ella tenía los párpados agrandados y rojos; acostumbraba tenerlos así desde los días y las noches de vigilia; ahora, mientras el sol se colaba por las hendijas, se habían humedecido; sintió también el sonido y soportó las palabras pegadas a la garganta; él dio vueltas a su cuerpo con la misma lentitud. La amaba. Al verla, mirándolo, reprochándolo, la llevó de la mano hasta el camastro y se sentó a su lado en silencio, en silencio ambos, en silencio ellos que se llevaban el class class de las botas negras, ese chasquido de muerte entre la tierra floja y mojada. Los hijos, entrelazados en el otro camastro, con la saliva en las mejillas dejaban salir de sus bocas pequeños monosílabos ininteligibles; cuando los dedos y las miradas se agarraron con fuerza comprobaron una vez más, después de muchas, que debían irse; se respiraron muy cerca y el calor de sus vahos les enseñó la vida; esperaron porque sólo eso habían hecho en tantos años, porque siempre se espera, le decía él, siempre tenemos la vida pegada de una hebra, que a cualquier momento, cuando rompan las puertas, rompen también el resuello, ¡Vámonos de aquí Echeverry!, dijo la mujer con una voz secreta que entró por los poros mientras cubría el rostro con sus manos extendidas, perdiéndose en la oscuridad de sus imágenes para observar luego con lágrimas los días lejanos, las horas ya idas en las grietas de su estómago, en la cicatriz de la angustia.
Él sí había pensado marchar, abandonarlo todo, la casa, la misma de los padres de sus padres, el cementerio con gladiolos y azucenas donde lloró a sus familiares, pero se arrepentía casi gritando, ¡aquí nací y aquí me quedo! Había heredado el oficio de sepulturero pero no el de asesino, decía a su mujer cuando lo obligaban entrada la noche a enterrar desconocidos antes de que inventaran lo del río, antes de que la espuma de la cañada y la desnudez de los cuerpos salpicaran en medio de la voz de Peñaranda: ¡estos hijueputas ni tierra merecen!
En los días iniciales la sonrisa se fue metiendo por entre las arrugas, y cuando la espera del último hijo se convirtió en un reguero de sangre tibia, jamás volvió a sonreír. Ahora, en el silencio y los sollozos de su mujer lo recordaba; volvió a sentir la culata contra el brazo velludo y la cara seria de Peñaranda mirándolo, con el rencor venido desde la botas negras, pesadas, que al hundirse entre el barro y entre el miedo de sus enemigos, presentían la muerte, esas palabras que le golpearon la cara con la saliva espesa de su boca grande, golpes seguidos, palabras seguidas.
Ella se había puesto a llorar agarrada de la silla mientras Peñaranda ordenaba requisar todos los baúles y volvía decirle, gran maricón, conque jugando a la guerrilla, con su voz gruesa, con sus botas sobre la cara; y salió repitiendo lo mismo y él lo escuchó hasta cuando estuvo bien lejos, y levantándose con lentitud, lo miró entre su sangre, la cara amoratada de su hijo sin lloriqueos, y los quejidos amarrados en el cerrar de los labios.
Coordinó todos los pensamientos con la misma exactitud como coordinaba el presente; recordó la volqueta, su motor ruidoso bajando hacia el río; odió su ruido como sus placas así como el chasquido producido por las botas entre el barro mojado y flojo, además, en la seriedad metida en las arrugas que él llamo de Peñaranda, estaba el rencor colectivo.
Los niños de levantaron entre dormidos tambaleándose en sus piernas flacas; Echeverry los miró y no quiso pensar más en la partida porque el sargento Peñaranda aún rondaba el miedo y la vida y porque el revólver guardado tiempo atrás esperaba sus dedos fuertes de sepulturero.
La Teta Asustada (2009)
La Teta Asustada no me deja impresiones mayores. Un guion limpio para una historia clara. Magaly impecable. Los actores naturales permiten reconocer que lo son, y eso siempre tira hacia arriba algunas cosas (nada más sensible que la mujer que da inicio a la película y posteriormente muere) y permite que trastabillen otras (diálogos poco fluidos; poco naturales).
Algo hermoso de esta cinta queda para la memoria. La interpretación inicialmente en voz de Magaly y posteriormente al piano que se hace de la Canción de la sirena.
Dicen en mi pueblo que los músicos
hacen un contrato con una sirena
si quieren saber cuanto durará
durará el contrato con esa sirena
de un campo oscuro tienen que coger
un puñado de quinua para la sirena
y así la sirena se quede contando
dice la sirena que cada grano
significa un año…
Cuando la sirena termine de contar
se lo lleva al hombre y le suelta al mar.
Pero mi madre dice, dice, dice
que la quinua difícil de contar es
y la sirena se cansa de contar
y así el hombre para siempre
ya se queda con el don…
Magaly Solier
Warmi
PDT: recuerdo a Lima de ese modo. Gris, sin que la palabra gris lleve por ello la carga de nubes a punto de estallar o de algún tipo de nostalgia. Gris simplemente. Un gris enteramente árido.
PDT2: Algo serio sobre esta película y sobre Magaly Solier se ha escrito aquí.
26.4.10
Atun Vs Pepino
Nena
- Se tu misma nena.
Eso le dice mientras mirándola la continúa sosteniendo.
No hay que darle vuelta a las cosas
- No. El destino de los golpes.
25.4.10
Baricco tras el cine
De toda su lista destaco 3 por las que podría dársele un chupetín después de publicar la nota:
Graduatorie (escalafón)
Pregunta: ¿qué es más difícil, escribir un libro o dirigir una película? Respuesta: dirigir una película, al menos en el mismo sentido que es más difícil mantenerse en pie sobre un merengue que pintar la Capilla Sixtina.
Productores
Una cosa que he comprendido es que el verdadero autor de una película, en el sentido más limpio del término, es el productor. Quiero decir que él es el que ve una constelación donde sólo hay estrellas. El talento de un director, el oficio de los artesanos, cierta cantidad de dinero, los grandes actores, los actores buenos aunque no famosos, una determinada historia, un cierto público: de por sí son como restos de naufragio a la deriva para los que él fabrica una balsa con la que navegar. Que luego salga una película de Navidad o Full Metal Jacket es otra cuestión. En origen su gesto no es el del contable que hace cuadrar las cuentas sino el de un creador que donde los demás ven un montón de piedras él ve la cantera para una catedral. Luego vamos nosotros para oficiar la misa cantada, allí dentro, pero el espacio es hijo suyo, estaba en su mente y es la pesadilla de sus noches y tal vez su sueño.
Sopraluoghi (localizaciones)
Se va por ahí, por el mundo, buscando un lugar adecuado para rodar. Delicioso. Primero van los especialistas, luego, hecha la selección, llega el director. Da vueltas como si fuera un zahorí, buscando la inspiración y todos los demás le siguen hablando bajito y sin hacer preguntas. En el caso de una localización de exteriores puede suceder que el director se aleje en un determinado momento, silencioso, como prendido de una súbita iluminación. Todos le siguen. Entonces el director dice que va a mear y todos se alejan.
Hacer el Indio
I. Hacer tonterías y payasadas, generalmente para hacer reír a los demás.
II. Comportarse de modo equivocado y con poco juicio.
Cosas que no me gustan, 4
Cosas que no me gustan, 3
Vericueto culinario y semántico
La sensibilidad de las mujeres aplaca mi gusto por las cosas. Sirven en mi mesa algo que doy por llamar ponqué, y agradezco. Ellas, recibiendo mi gratitud cada vez que lo sirven, me corrigen con múltiples variaciones: kuchen, tarta, budín, pie, queque.
El primer mortal que logre establecer la diferencia, ruego que me lo notifique.
PDT: no soy un ser primario. Tengo sinónimos para la palabra ponqué, pero no son extraterrestres. Por ejemplo la palabra biscocho. Y creo que existen más.
PDT2: creo que ellas me miran con la misma rabia con la que miro a papa cuando me pregunta cuál es el nombre de la “orquesta” que estoy escuchando mientras los Misfits rompen los parlantes. Banda o grupo son palabras extraterrestres para él.
PDT3: Moraleja: Aguantaos vuestros desequilibrios semánticos unos a otros muchachos.
Porque el entusiasmo puede antagonizar rápidamente
24.4.10
Espera
- A veces me pregunto que es lo que estamos esperando desde hace tanto tiempo.
Silencio.
- Que sea demasiado tarde, madame.Alessandro Baricco, Oceano marPag 103