Existen cierto tipo de películas que me generan un grado de placidez, de desconexión. Es cuestión únicamente visual, musical. No importa el contenido. Cine de sensación y no de concepto.
Eso es La vida de los peces. Un film en el que alguien regresa a testear que ha ocurrido en 10 años con su pasado, y una vez lo encuentra, trata de despedirse de el sin lograrlo. Y aunque no logre despedirse, tampoco sabemos si finalmente logra retomarlo. El final es una duda. Un hombre atraviesa una puerta y no se sabe si lo hace para esperar más tranquilamente a una mujer, o para huir de ella.
Todo se trata de una duda en formato de música soft y sensaciones.
Eso es La vida de los peces. Un film en el que alguien regresa a testear que ha ocurrido en 10 años con su pasado, y una vez lo encuentra, trata de despedirse de el sin lograrlo. Y aunque no logre despedirse, tampoco sabemos si finalmente logra retomarlo. El final es una duda. Un hombre atraviesa una puerta y no se sabe si lo hace para esperar más tranquilamente a una mujer, o para huir de ella.
Todo se trata de una duda en formato de música soft y sensaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario