Borges empieza con la B de Bielsa

Chile cae fuera del mundial después de tres coscorrones paternalistas infundidos por el de siempre, Brasil. No sé como ocurre, pero siempre ocurre. Hay unos grandes y otros pequeños, y los grandes continúan siéndolo a eternidad (como si unas piernas decidieran al infinito reencarnar nacionalmente), y los pequeños oscilan algunas veces asomando esperanzas, y mi pequeñez futbolística oscila con ellos.

Y entonces uno quiere ver a los brasileros en un avión de regreso a casa con las sambas en mute. Pero no ocurre. No ocurre aunque los pequeños hagan su tarea completa, aunque jueguen como Satanás lo haría. Siempre termina el cántaro por romperse y lo único que se le va quedando a uno por dentro es la rabia.

Pero esta vez, la rabia es suprafutbolística. O futbolística únicamente si sabemos que el futbol es amplísimo, que puede contenerlo casi todo menos 454238 cosas, que son pocas. La rabia se fundamenta en el hecho de no poder seguir, por unos días más en este mundial, con las ruedas de prensa que entrega Marcelo Bielsa.

No está mal que Chile pierda, pero evidentemente no está bien que Bielsa no siga hablando. Las letras necesitan a Bielsa, la filosofía necesita a Bielsa, la inteligencia necesita a Bielsa, y lo más curioso de todo, es que el futbol también termina necesitándolo.

Distorsionando un poco una cita de Bolaño que trato de encontrar (y que como todo lo que busco siempre encuentra piedras bajo las cuales esconderse), evoco algo como esto: los argentinos tienen una tradición narrativa tan fuerte que cualquier futbolista puede hacer literatura de primera mano con un relato naturalista de sus goles.

Con Marcelo Bielsa enmarcamos con brillantes bordes esta imagen. Bielsa, hace del futbol una especie de literatura paralela, y de sus ruedas de prensa, la literatura misma.

Che locooooooo, aquí sigo dando bombo por vos!!!

PDT: en esta entrevista pude apreciarse transparentemente de lo que hablo. Eso de que Borges empieza con la B de Bielsa.